La separación y el vacío han sido experiencias constantes en mi vida, y seguramente también en la tuya, aunque a veces prefiramos no mirarlos de frente 🌌. Esa sensación de vacío surge cuando nos separamos, o al menos nos alejamos temporalmente, de algo o alguien que hemos amado profundamente ❤️.
Es incómodo y, aunque quisiéramos evitarlo, es un movimiento natural e instintivo en nuestra experiencia vital 🌱. Lo vivimos desde el nacimiento, cuando dejamos el vientre de nuestra madre y experimentamos esa primera gran separación, impulsados NO por nuestra mente, sino por la incomodidad corporal de ya no caber en ese espacio que antes nos nutría y lo representaba todo 🤰✨.
Con el tiempo, he aprendido a escuchar esa incomodidad en mi cuerpo, que me viene a advertir sobre dos posibles caminos: o algo en mi vida necesito cambiar 🔄, o es momento de dejar algo atrás para dar espacio a lo nuevo 🌅. Es una señal que me invita a soltar la seguridad de lo conocido, una invitación que, si decido escuchar, me dirige hacia mi propia expansión, hacia ese ser en constante evolución que, en realidad, somos todos 🌍💫.
He comprendido que abrirme de manera receptiva a estos sentimientos incómodos, escucharlos y, en ciertos casos, soltar lo que ya no me nutre, es una afirmación de vida 🌱. Es decirle “sí” a la vida y a su constante evolución; representa en realidad "el acto de mayor amor propio" 💖.
Cuando decido tomar distancia de ciertos lugares, personas, ideas o creencias que ya no encajan con la versión actualizada de quien soy, siento una mezcla de liberación y, al mismo tiempo, una inevitable sensación de pérdida y desorientación 🌪️. Es lo que llamo el “vacío interior”: ese espacio que arde e incomoda, pero que, cuando me permito procesarlo, se transforma en una poderosa fuente de energía inspiradora, abriendo en mi interior un espacio amplio donde algo puede expandirse y crecer.🔥🌌.
Este acto de separarme crea una distancia que permite florecer a partes de mí que antes estaban enterradas 🌷. También me da la posibilidad de ver con más claridad lo que, atrapada en la unión reducida de espacio, no lograba percibir 👁️. Porque, inevitablemente, la union endulza y distorsiona la realidad 💞; mientras que la distancia, en cambio, aporta objetividad 🎯.
He llegado a comprender que la vida es una serie de ciclos de unión y separación 🌊. Movimientos que me enseñan a fluir, a encontrarme y redefinirme. Es paradojicamente en estos procesos de acercamiento y distanciamiento que aprendo a amar y a ser amada desde una forma más profunda, sin comprometer mi desarrollo ni dejar de ser quien soy ✨.
Pero, claro, no siempre es fácil. A veces es inevitable quedarnos atrapados en una búsqueda constante de unión, sin permitirnos distancia y por ende sentir ese vacío que tendria el potencial de crecernos.🤲
O quizás otras veces, quedamos atrapados con fidelidad al vacio y al dolor, distanciados, incapaces de volver a dejarnos mover hacia la busqueda de cercania y de union. 🚪💔.
Al final, creo que la vida es una danza fluida que incluye ambos movimientos —unión y separación— donde se logra vivir plenamente. Es un riesgo, claro 🌱💫.
Quizás, en última instancia, la vida nos invita a explorar esta danza eterna entre unión y separación, no para encontrar respuestas definitivas, sino para enseñarnos que todo en nosotros y en el universo está en constante cambio 🔄🌌. Tal vez el propósito no sea aferrarnos a lo que conocemos, sino expandirnos hacia lo desconocido y aprender a abrazar el misterio de la vida misma 🌠.
© Todos los derechos reservados, Adriana Soberon.
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